¿ Por qué prácticar zazen en grupo?


En la práctica en grupo del zen, cada persona influye en los demás que están sentados en zazen, creando una sinergia que surge de la práctica colectiva. Es como si diferentes células se conectaran para trabajar juntas hacia un mismo propósito, creando una atmósfera propicia y cálida. La energía compartida durante la sesión de zazen fortalece y sostiene a cada individuo, permitiéndole sumergirse más profundamente en la experiencia del momento presente. Además, la presencia de otros practicantes actúa como un recordatorio constante de nuestro compromiso con la práctica, inspirándonos a permanecer enfocados y comprometidos.

La práctica con otras personas también nos beneficia en un nivel más profundo. La simple presencia de compañeros y compañeras de meditación nos proporciona un sentido de comunidad y pertenencia, lo cual es fundamental para nuestro bienestar emocional y psicológico. Saber que no estamos solos en nuestro camino espiritual y que contamos con el apoyo y la comprensión de otros nos da fuerza y ​​coraje para enfrentar los desafíos que surgen en nuestra práctica.

El maestro Deshimaru comparaba zazen en grupo con un fuego en el que arden muchos troncos, procurando que el fuego sea más poderoso. Esta metáfora ilustra cómo la energía colectiva generada por varios practicantes juntos puede elevar la intensidad y la profundidad de la práctica, llevándonos a estados de conciencia más elevados y transformadores.

Asimismo, la práctica en grupo ofrece la oportunidad de cultivar el espíritu del Bodhisattva: zazen para y con otras personas. Al comprometernos a practicar no solo por nuestro propio beneficio, sino también por el bienestar de todos los seres sensibles, expandimos nuestra compasión y empatía más allá de los límites de nuestro yo individual. Esta actitud altruista y desinteresada nos conecta más profundamente con el tejido interconectado de la vida, recordándonos que nuestras acciones tienen un impacto significativo en el mundo que nos rodea.

Thich Nhat Hanh afirmaba: "Para salir de la 'enfermedad', hay que parar". Esta sencilla pero poderosa enseñanza nos recuerda la importancia de detenernos y encontrar momentos de silencio, paz y amabilidad en medio del ajetreo y el bullicio de la vida cotidiana. La práctica de zazen nos ofrece un refugio seguro donde podemos retirarnos para recargar nuestras energías y conectar con nuestra verdadera esencia.

Es necesario detenernos y encontrar momentos de silencio, paz y amabilidad. La inercia de la vida en muchas ocasiones nos provoca ansiedad y estrés, que son causas de malestar y enfermedad. Además, cuando no estamos tranquilos, nuestras relaciones se ven afectadas, y así entramos en una rueda de inercia no consciente que es conveniente detener para restaurar el equilibrio.

En este sentido, la práctica de la meditación zen nos ayuda a crear una inercia de instalarnos en momentos de silencio y amabilidad que van ordenando la vida y la sociedad. La solución a muchos problemas de ansiedad y estrés suele ser relativamente sencilla: detenernos y crear espacios donde dedicamos tiempo a respirar, a estar en el silencio y la amabilidad. Casi por sí solo, el hábito continuado y ordenado de la práctica de la meditación zen va creando la influencia que nos hace sentir más presentes y nos permite vivir con plenitud los pequeños momentos que nos ofrece la vida.

La vida se compone de pequeños momentos que nunca vuelven. Cada instante es único e irrepetible.

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