Hishiryo; La unidad con la Consciencia Cosmica

Hishiryo es la palabra japonesa para designar la unidad entre la consciencia individual y la consciencia madre; la Consciencia Cósmica. Para los que piensan que el zen no es esotérico, la enseñanza sobre Hishiryo es la prueba de que puede serlo. Esotérico en el sentido de que no puede ser probado por la ciencia. Al menos hasta donde se sabe –descartando por el momento la I.A- , la consciencia es materia de los “filósofos”.

En el zen Hishiryo es la experiencia que atraviesa por uno mismo, que  no se queda aislada en el campo del pensamiento, sino que es una darse cuenta directo, en el que el cuerpo como constelación física y energética –a demás de cognitiva-  participa en el contacto y sincronicidad con la consciencia madre; Consciencia Cosmica.

¿Cómo sucede este “fenomeno”? En el zen, zazen es la clave de este y otros desarrollos.

En zazen lo esencial consiste en volver la atención y el foco al cuerpo y a la respiración, como factores de consciencia –el silencio y la presencia-. De cierta forma es como volver a recuperar la menoría antgua del cuerpo como sujeto de valor propio. Es una manera de posicionarse en la vida que no es la clásica, la de la concepción dualista.

 Este cambio de foco tiene al menos dos resultados. El primero es el propio cambio de foco como que hace que el cuerpo se convierta en sujeto de derecho propio, y que cuando se mantiene el suficiente tiempo y con la suficiente disciplina, permite que se dé un segundo resultado; el darse cuenta del contenido emocional y cognitivo – emociones y pensamientos- como algo que sucede en segundo plano, producido por el despertar de la consciencia del cuerpo en unidad con el todo..

Es este volcar la atención y la energía en zazen, lo que cambia la forma clásica de estar en la vida. Sacan a la mente-cuerpo de la dualidad y la sitúan en la unicidad nacida de estar presente en el  aquí y ahora.  Al posicionar la atención y la forma de pensar –el no-pensar- en  el cuerpo y el aliento como sujetos de derecho propio, activamos de una manera consciente el cerebro primitivo. Es de cierta forma como si entrásemos en un estado de sueño profundo con el cuerpo y a la vez mantenemos un estado despierto de la mente, no de la forma clásica dualista, sino en un modo de atención consciente o mente testigo. Aquí podemos comenzar a percibir el cuerpo como un cuerpo además de físico, también energético. Cuando el  cuerpo se  libera de la dualidad, este automáticamente comienza a sintonizar con la conciencia madre.

Hay una sucesión de escalones que establecen esta manera de posicionarse en la vida, quiero decir  en la atención consciente, en contraposición a la clásica y dualista que constantemente nos sitúa entre el elegir y rechazar, y por su constante actividad en demasiadas ocasiones llevan al ser humano al conflicto, desgaste y ansiedad.

El primer peldaño consiste en entender de una manera cognitiva y experiencial los elementos que entran en juego, para poner en práctica este hacer, tomando zazen como modelo básico de la práctica. En esta etapa uno aprende a reconocer y ver las polaridades que han sido negadas –sombras- por estar interiorizadas como negativas y de cierta forma son negadas. Al ser negadas están en el inconsciente influyendo la vida – de ahí lo de sombra-, origen de muchos conflictos internos. Reconocer en uno la sombra es el comienzo de poder  integrar esta y ordenarla. De esta forma se llega a una visón sincera de las emociones, pensamientos y creencias que en muchas ocasiones hemos abrigado y abrigamos, para poder comenzar a ver la sombra sin juicio negador y dualista.

 Es en esta segunda etapa donde las sombra comienza a transformase en consciencia. Así pueden ser reconocidas, y por tanto verlas, y por tanto se crea un  espacio entre la sombra y el observación, como silencio presencial que posibilita el ir un paso más allá del la influencia del condicionamiento psico-emocional producido por la sombra. Esto es el darse de las emociones y pensamientos. En esta segunda etapa hay una experiencia práctica y un darse cuenta por la propia experiencia como experiencia que nos da un estado de presencia en cierta unicidad, al manifestarse la consciencia el cuerpo y el aliento como sujetos de derecho propio, que van a ser en nuevo foco donde se sitúa la atención como paso que nos conecta con la consciencia y que ayuda –claves- al proceso de reconocer las “sombras”; el darse cuenta

Es a partir de esta segunda etapa que comienza a manifestarse la tercera etapa, en la que la mente deja de esta dominada por la dualidad y entra en un estado de atención consciente con facilidad. Estado que permite el darse cuenta con cierta agilidad.

La tercera etapa es la etapa del Shamadhi –atención consciente- donde la consciencia Hishiryo se manifiesta, así mismo en diferentes grados según hay una profundización desarrollada por la continuidad en la práctica.

El elemento condicionado por la sombra es el ego. Este es un producto del juego de las polaridades, donde se idealizan unas y se demonizan otras. Este crea un efecto de identificarse y apegarse a unas, y de negar y rechazar las otras. Este juego lleva al ser humano a la ignorancia y a la lucha constante. La ignorancia por no reconocer y poder ver unas polaridades que llevan al conflicto interno en muchas ocasiones.

Cuando hemos reconocido y aceptado “nuestras” sombras, podemos tratarlas de una forma más ajustada cuando las reconocemos fuera. Principalmente porque ya no tienen la influencia no consciente resultado de  que las han “ordenado” e integrado.

Un detalle que delata la existencia de sombra no integrada, es cuando vemos algo que juzgamos negativamente, y una emoción descontrolada nos posee. Eso que tanto nos molesta de los demás, delata lo que necesitamos reconocer y sanar.

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