Daichi Sokei y la enseñanza sin palabras del Zen: zazen


En la historia del Zen, hay frases que condensan la esencia de toda una tradición. Una de ellas pertenece al maestro japonés Daichi Sokei (1290-1366), discípulo en la línea de Dōgen Zenji:

“Si alguien te pregunta qué es el verdadero Zen, no abras la boca para explicarlo. Explica cada aspecto de tu postura de zazen. Entonces soplará el viento de primavera y florecerá la flor del ciruelo.”

Con estas palabras, Daichi nos recuerda que el Zen no se enseña con teorías, sino con el cuerpo mismo. La postura de zazen no es un método para alcanzar algo, sino la manifestación directa del despertar.

Dōgen había insistido en ello en el Fukanzazengi, donde explica que sentarse en zazen es la expresión del Dharma. Daichi retoma esa enseñanza y la condensa en una imagen poética: mostrar Zen significa sentarse con dignidad, entrega y silencio, permitiendo que la verdad florezca como un ciruelo en primavera.

Su mensaje sigue vigente:

  • No es necesario buscar palabras grandilocuentes para transmitir la esencia del Zen.
  • Cada detalle de la postura ―la espalda erguida, las manos en el mudra, la respiración tranquila― es ya enseñanza.
  • La práctica no se impone; como la flor del ciruelo, surge por sí sola cuando las condiciones están maduras.

En tiempos donde abundan explicaciones, Daichi nos invita a enseñar Zen con el propio cuerpo. Mostrar cómo se sienta uno en zazen puede ser más profundo que mil discursos.


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