La Fuente de la Eterna Sabiduría
Obteniendo el agua del despertar del pozo de la Eterna Sabiduría
Zazen es la Fuente de la Eterna Sabiduría. Aunque quisiéramos explicarlo, no lograremos acercarnos apenas. Y así, si le enseñamos a alguien con un espíritu sincero cada detalle de la postura, la atención correcta y como armonizar su respiración en zazen, está persona de espíritu sincero, por sí misma puede experimentar y sumergir un cubo en el pozo misterioso y obtener el agua pura, cristalina y verdadera.
No hay un secreto que esconde está verdad, y sin embargo la gente ordinaria prefiere tomar agua turbia y dejarse engañar por ideas y teorías vacías.
Zazen es el Dharma real, sin engaños, sin palabras, sin teorías vacias, transmitido de persona a persona, desde tiempos antiguos que remontan al Buda.
Zazen no hace distinción entre lo vulgar y lo sublime, ilumina como el sol a todo aquel que tiene el sentidos para percibir. No es un sol exclusivo para algunos privilegiados.
Las personas ordinarias tienen fé en Dios. En el zen los practicantes sinceros tiene fe en zazen (Shin jin mei)
La fe en zazen no es una fe ideal, sino una fe que pueden "saborear" por sí mismos al sentarse en zazen en el sentido profundo (Mu), es insondable al sentido intelectual.
Si quieres comprender el sentido de Mu, necesitas sentarte 100 años sobre tu zafu, y aún así pasarán otros 100 años antes de que puedas realizar Mu.
Mu-shotoku no significa sólo la no intención personal, sin meta, sino también la misma realización de Mu, -vacuidad-.
Ante la pregunta de un monje al maestro Josu (Zhaozhou en chino) ¿Tiene un perro la naturaleza de Buda? este le responde "Mu".
En el Budismo Zen Mu es muy importante. Mu-Shotoku (Sin meta), Mu-Shin (espíritu desnudo) Mu-Jo (impermanencia) Está en diferentes palabras claves que expresan la esencia fundamental de la enseñanza de Buda, vaciarse y manifestar la presencia desnuda.
Después de practicar la meditación zen, zazen, volvemos a nuestras vidas… pero algo está (ha) cambiando.
Solemos pensar en un orden relativo; práctica zen y vida cotidiana. Sin embargo, la zazen es la comprensión justa donde la dualidad se disipa y donde no hay una separación entre práctica y vida cotidiana.
Puede que no nos percatamos de cómo zazen traspasa la sala de meditación -el dojo-. Sutil pero concisa zazen atraviesa no solo el espacio, también el tiempo. El ser no está separado del tiempo ni del espacio, cada momento es una manifestación del ser en unidad y totalidad. Y es zazen dónde se realiza está unidad que como un hilo invisible une la trama del ser, tiempo y espacio en la unidad ser-tiempo (Uji).
No es fácil ni difícil comprender y realizar Uji, tan solo basta sentarse en zazen, en un espíritu sincero (que no elige, que no rechaza) y dejar que la dualidad se disipe por sí misma, ya que no tiene una sustancia real, esta es la expresión de la ilusión.
Zazen disipa la ilusión, sin embargo si te sientas con esta intención, sera como querer crear un espejo puliendo una teja.
S entarse, solamente sentarse, Sikantaza. Como nos indica el maestro venerable Dogen, sentarse como un Buda.
Poco a poco cada vez que nos sentamos en zazen, el cuerpo y la mente del personaje son abandonados.
Despertar progresivo y despertar súbito expresan las dos caras de una moneda, y a la vez es una paradoja. Simultáneamente profundizamos en el camino, y aunque hay un despertar progresivo, en cuanto que una parte de nosotros va teniendo un entendimiento más claro y profundo, desde el instante en el que practicamos zazen en un espíritu Mushotoku, ya desde este mismo instante no hay separación entre la mente de Buda y mente cotidiana, entre despertar progresivo y realización súbita.
Aunque no lo veamos, hay en un campo o dimensión en el que el cuerpo-mente de zazen sigue practicando más allá de zazen
Zazen es el Gran Misterio que atraviesa y une las dimensiones del los tres tiempos. Aunque zazen es el propio despertar vivo, hay un nivel del yo (el personaje), donde zazen va despejando el campo de la ilusión y creando una hendidura, como la gota de agua que cae constante sobre la piedra.
Aunque no estamos sentados en zazen durante nuestro día a día, más allá del dojo, zazen continua en zazen en la dimensión invisible. No es perceptible de ordinario pero en el momento que pones tú foco, zazen está presente.
Zazen no se queda limitado a un momento concreto de la práctica formal. Es como abrir una ventana por la que entra el aire fresco y la luz en tu casa. Aunque salgas de casa y tú no estés en ella, la luz sigue entrando el la casa.
Somos seres multidimensionales, y zazen es la dimensión del espíritu que cuando despierta ejerce su poder como una onda que se expande progresivamente.
Y siempre hay que volver a la casa, y "repetir" zazen.
Algunos preguntan porque es necesario repetir zazen cuando ya se a despertado. Está pregunta es como preguntar al la mar por qué tiene agua. O al pez por qué nada o al pájaro porque vuela.
Nos acercamos a Buda y dinamizamos una energía que está más allá de nuestra individualidad, esta es la energía de la Bodhaishin (Espíritu del Despertar)
Cada cual necesita encontrar su propósito, y en la vía aunque cada cual puede tener un propósito concreto conforme a su virtud, la realización del espíritu del Bodaishin exige entender el primer voto del Bodhisatva. Ayudar a todos los seres en despertar a la naturaleza original.
Vivimos en un mundo que se individualiza, y nos individualizados. Esto en ocasiones hace que nos separemos de una de las condiciones humanas más grandes. El don de dar. La vida y la vía cuando se desconecta de esta virtud se regida pierde la dimensión del amor, que es la dimensión de la familia, de la tribu, y en consecuencia de la humanidad. Está es la virtud que nos permite trascender de lo humano a lo "divino", como una sublimación al desapego y la unidad cósmica.
Espíritu y práctica de que la vida una parte se da por el simple hecho benevolente de dar, porque así nace la expresión de la bondad real, la que da con la intención nacida del amor.
Cuando despertamos a la Bodhaishin, esta se convierte en la referencia que nos inspira en lo cotidiano y la vida queda impregnada de esta benevolente esencia.
Está es la fuerza que inspira y nos une a nuestra esencia humana y cósmica, y que verdaderamente hace grande a los humanos y no humanos. Primero darnos a nosotros mismos, no desde un egoísmo sino desde la realización. Dejar de entregar nuestra energía a mil cosas qué nos drenan y poner la energía en el espíritu, en nuestra esencia luminosa. Esto pasa por un largo camino de limpiar el karma y las relaciones, encontrarnos frente la pared, en zazen, a solas en la profunda intimidad.
La enseñanza de Buda no es de veneración ni idolatría. sino de apropiarnos de nuestro bien mayor, la esencia luminosa, la naturaleza de Buda, la Bodaishin.
Cuando brillamos como seres despiertos, ya damos nuestro mayor don, sin olvidarse de practicar los Paramitas.
En zazen damos un paso más allá del sujeto, sin rechazo ni juicio. En este entrar continuo que nos proporciona la “repetición” de zazen, imperceptiblemente… encontramos un sentido profundo de la vida en lo cotidiano; el despertar continuo entre lo sublime y lo cotidiano sin separación.
La práctica de zazen es absoluta y a la vez tiene tres campos de realización en los qué se despliega la práctica de Buda, zazen:
1. La práctica continuada de zazen en un dojo o nuestra casa, la repetición de zazen. Cada día nos sentamos sobre nuestro zafu.
2. La práctica más allá del zafu, manteniendo la atención consciente, el espíritu zazen en cada acción en lo cotidiano: zazen en el mercado
3. Y la práctica despojada en la que aun sin estar en el zafu, tiene el poder de estar en su dimensión total, como un “deseo” de realización constante qué se va generando misteriosamente: la práctica misteriosa, de la fe en zazen.
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