El "buen" dolor

¿Cómo aceptar eso que no nos agrada y no podemos cambiarlo?

Sencillamente dándonos cuenta de que no podemos cambiarlo y aceptando la in-permenencia de las cosas, dejando de luchar contra ellas. Y… ¿Desde dónde surge este darse cuenta?

Dicho así parece sencillo, pero el verdadero problema está en que hay una lucha que se sostiene en el tiempo y que termina minando nuestras fuerzas. El problema  “real” es que por algún motivo hay una parte de nosotros que esta coagulada en la no aceptación en el empeño continuo en el logro, que dígase de paso, no es malo de por sí, pero sí que no sepamos utilizarlo y que definitivamente esto nos utilice, de cierta forma nos esclaviza.

En el zen partimos de lo actual –aquí y ahora- y accesible como una forma de aproximación a esta cuestión, de no aceptación de las cosas que no podemos cambiar. Por ejemplo, cuando tenemos molestias para estabilizarnos en la tranquilad y la concentración de zazen, dándonos cuenta de que el cuerpo y la mente necesitan su  proceso, un tiempo, y que eso que interrumpe y se interpone entre la concentración en zazen  es algo pasajero, algo que no depende de una sustancia fija, ose es de cierta forma una ilusión transitoria percibida subjetivamente. Y es en este punto de darnos cuenta y de aceptar que la vida es un proceso constante de transitoriedad que está por encima de la dualidad subjetiva que nos liberamos de ese tiránico debería que nos sitúa en el estar constantemente enfocados en el cerebro izquierdo, controlador, diseccionado y separado,  en este punto de darse cuenta, un darse cuenta sentido.  Habitualmente  la percepción está dominada por la visión cartesiana de ver el mundo.  Al vernos no solo como el reflejo en el espejo por el cambio de atención durante la  meditación, sino además en la trastienda de esta apariencia donde se despierta un sentido sutil de auto percepción que nace del cuerpo mente en unidad, podemos darnos cuenta de la subjetividad de nuestras percepciones. Esto se debe a que la mente pasa a un estado de atención amplificada por el efecto dela acción de la mente testigo.

Desde el punto de vista del zen y del budismo y también de la ciencia,  la percepción es algo que esta sujeto a la subjetividad y esta subjetividad puede cambiar según el enfoque de la atención. Esto crea un  movimiento acumulativo y condicionado por el habito, que termina decretando nuestra percepción de la realidad.

En zazen tenemos por un lado el partir de lo más sencillo y actual en el aquí y ahora, como una forma de entrenarse como enfocarse en cosas en lo sencillo y que se estiende a lo más “importante” –problemas más enquistadas-  para desarrollar una nueva forma de enfoque en nuestra atención en la presencia que escapa de las manos deterministas de la mente enfocada en el cerebro izquierdo, la mente cartesiana.  Y esta es una de las claves de zazen, desarrollo y implementación de una forma de estar en el presente enfocada en la totalidad cuerpo-corazón y mente, que va permitir en el tiempo y en el ¡día a día ¡ de zazen un cambio significativo en cuanto pasar de estar en piloto automático movilizado por la mente cartesiana, en la que suele funcionar el común de los mortales, a una activación de una atención consciente –mente testigo- que integra el sentir del cuerpo, el contacto con el corazón palpitante y la luz que aporta una nueva forma de ver donde  la mente se transforme en un espejo en el que somos más dueños del continuo de  la impermanencia; el darnos cuentas.  Esto nos lleva a una buena aceptación del dolor, y que este no se carnifique y sea algo pasajero y no se convierta en sufrimiento. El dolor es algo humano y pasajero, el sufrimiento es un dolor intensificado y atrapado en el tiempo debido a este juego de la mente que se queda atrapada en los procesos traumaticos sucedidos por una falta de capacidad de darse cuenta. Cuando el dolor no se acepta ni integra deja una huella en el alma, que de común se activa como un instinto de alerta cuando un peligro de repetición aparece.

Así que de alguna forma tenemos  la sensación del tiempo vivido en plenitud, cuando estamos en la unidad, la presencia  y totalidad y, el tiempo que se perpetua en un sufrimiento constante o samsara por vivir de continuo  en la mente ilusoria; cerebro izquierdo.

La clave de la percepción está en que habitualmente no nos damos cuenta de la inercia de los pensamientos que termina condicionando nuestro sentir, y como los  sentimientos –tan unido a lo que pensamos inconscientemente- que nos empujan a cierta movimiento o dirección, están condicionados por una forma inconsciente del de creer y de pensar que las cosas son de una forma determinada por influencia de  hábitos ilusorios. Cuando somos capaces  de diferenciar en nosotros estos condicionantes, como una inercia del pensamiento neurótico, enfermos creamos un cambio sentido, porque este darse cuenta no un simple darse cuenta racional, sino que vemos el sentimiento enfermo-ilusorio como algo que nos  piensa y que no es nuestra esencia. Entonces sosteniéndonos-inspirados en un sentimiento íntimo de presencia nos sentimos en la paz, en el silencio interno, renovador y creativo.

Zazen es la experiencia de volver a lo intangible, más allá de ser o de no ser, en un sentido de  presencia contemplativa continua de la ilusión y que nos inspira a la bondad real; la liberación de los seres sensibles de la ilusión.

De esta forma la ilusión se convierte el un elemento continuo de inspiración que nos lleva más profundamente a dejarnos tocar por el espíritu, más allá de la dualidad.


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