El valor de un Dojo en la ciudad



   Creo que es importante, antes de nada, para poner en relevancia lo que aporta un dojo en una ciudad, retroceder al momento en que el maestro Deshimaru se quería hacer monje y su maestro no lo quería permitir porque sospechaba que este iba a ser un movimiento que le apartase de lo social. Es al final de la vida cuando Kodo Sawaki accede al deseo de Deshimaru de tomar los votos de tokudo (monje zen). En este instante le encomienda la misión de llevar el zen a occidente (Europa) y que este no se separase del mundo social. Una idea que podemos ver constantemente el pensamiento (su obra) de Kodo Sawaki; el zen no se debe separarse de lo social, pensando que es donde realiza su función transformadora y humana.
   En la interrelación con el sufrimiento viviente el monje zen que práctica en un dojo en las ciudades, puede sentir directamente el sufrimiento en el mismo y en sus conciudadanos. Gracias a la sabiduría de zazen puede transformar este sufrimiento, en sí y por extensión en el mundo en el que vive. Este es el principal elemento que da valor humano y transformador a un dojo de ciudad. 
   En Budismo Mahayana, al que pertenece el zen,  el núcleo ético está el propiciar el despertar de todos los seres sintientes y no exclusivamente el de uno mismo.
   Ahora, la importancia de un dojo viene ser paralelo de las Iglesias, un lugar que se convierte “sagrado” en la medida que en este se lleva a cabo la oración o/y la meditación de la ciudadanía.
El dojo le da un valor a la práctica desinteresada, por que una persona al ir al templo (dojo) no solo lo hace para su beneficio, sino que también para el de la comunidad próxima y amplia. En el dojo una persona puede encontrar la fuerza y la sabiduría amorosa que le impulse en su propio despertar. El dojo es el lugar donde se transmite y se comparte el Dharma (enseñanza) de Budha.

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