El ser-tiempo.

 

El sello del zen es la presencia aquí y ahora, siendo uno con cada instante y sin distinguir entre lo vulgar y lo sublime. La práctica del zen no se limita a zazen como un momento específico en la línea del tiempo, sino que es un estado del ser arraigado en la presencia, que trasciende el ser-tiempo.


Cuando se desarrolla exclusivamente el lado izquierdo del cerebro, el racional y mecánico, la consciencia se identifica únicamente con una perspectiva lineal y temporal de la vida. Es importante equilibrar esta tendencia con el lado derecho, intuitivo y creativo, que concibe la existencia en términos de experiencia y presencia como manifestación de un estado de consciencia íntimo y perceptivo del ser: el ser-presencia.


Para cultivar este enfoque de presencia más allá del espacio y el tiempo en el zen, zazen es una expresión fundamental. Durante el período de zazen, es relativamente fácil anclarse en la presencia, pero al salir de zazen, tendemos a regresar a la mente ordinaria identificada con el ser-tiempo.


Una práctica que amplía este espíritu de presencia más allá de zazen en el zen es la costura del kesa, el hábito de los monjes y bodhisattvas. En el zen, la costura del kesa es el comienzo de ver cada acción de nuestra vida como una acción de total trascendencia, más allá de la dualidad. Valoramos la importancia de cada puntada, el espíritu con el que cosemos (musotoku) y la intención que ponemos (hishiryo).


Coser el kesa no solo es un acto para la transformación del ser humano en un futuro Buda, sino también un entrenamiento práctico y real para practicar el ser-presencia, la naturaleza de Buda, que nos permite salir del samsara o dejar de estar atrapados en el ser-tiempo. Es una forma de practicar zazen más allá de zazen, en la cocina, en el dormitorio, en el baño o con un ser querido, incluso montando en bicicleta o en globo.


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Espero que esta revisión te sea útil. Si necesitas más cambios o ajustes, no dudes en decirlo. 









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