El Óctuple Sendero - parte 2 -

 

El segundo ítem del óctuple sendero es el pensamiento correcto o justo.

Este es el que se manifiesta más allá de la dualidad, y que se da como resultado de  realizar la mente testigo o la vision Vipassana - ver las cosas tal cual son -.

La practica de zazen  lleva a la realización de la naturaleza desnuda de la mente, desde donde se diferencian la dualidad y lo absoluto, desde donde se despierta la visión que nace del corazón ecuánime, que ve profundamente los "problemas". Es en esta realización que puede surgir el pensamiento justo.

Este Dharma nos lleva a comprender que si no hemos realizado la naturaleza desnuda de la mente,  -o vamos y venimos.... - y la visión ecuánime, debemos ser cuidadosos y atentos a los  propios pensamientos que nacen de la dualidad, y contrastarlos , cuestinoarlos, masticarlos  varias veces para poder separar el grano de la paja.

En buena parte zazen consiste en ver nuestros pensamientos y dejarlos pasar. Volver al ahora, al silencio y conectar con el corazón ecuánime. Como dice el patriarca zen Dogen:

Estudiar la Vía es estudiarse a sí mismo.

Estudiarse a sí mismo es olvidarse de sí mismo.

Olvidarse de sí mismo es ser despertado por todas las cosas.

Ser despertado  por todas las cosas es estar libre del propio cuerpo-mente, así como el cuerpo-mente de los demás.

No queda rastro de despertar. Y el despertar sin rastro continúa sin fin.

(Eihei Dogen, 1200-1254) Genjo-koan

Necesitamos dejar de ser movidos por el pensamiento dualista  y afinar la mente en la no dualidad, en zazen. Dejar que zazen  haga zazen es como dejarse  pensar por el orden universal, y volver a encontrar la sabiduría-pensamiento del cuerpo y el corazon, de lo orgánico que nos conecta profunda, intimamente y directamente con la naturaleza y los seres sensibles.

La dualidad es parte de una mente parásita que nos piensa, y  pensamos que somos nosotros los dueños de esos pensamientos. Al igual que la violencia y la avidez.

No basta con establecerse en la claridad sin haber pasado por reconocer,   ver e identificar la mente parásita en uno mismo. Si no está es cómo una falsa presencia sin corazón, desde donde se ejerce la violencia.

Necesitamos ver la mente parásita en uno mismo. Cuando solo la vemos fuera y jugamos ha echarnos la culpa unos a otros, se convierte en un juego de locos. Ver la mente parásita en uno mismo es muy duro a veces. Si la identificamos en los otros y la rechazamos con más violencia, entonces no somos diferentes de esos otros.

La visión ecuánime nace del corazón y del cuerpo en unidad, nos permite ver más allá del juicio sentenciado y violento de la mente parásita. Este darse cuenta tarde o temprano de manifiesta cuando damos nuestra energía y tiempo a la práctica meditar sentado -zazen- y aniquilar las quimeras de la dualidad.

Guiados por el espíritu del Bodhisatva que logra su mérito más allá de lo individual en la realización de los votos, la práctica de la Via toma la magnitud universal. En este estadio de las etapas de la Via  el Bodhisatva va más allá de sí uniéndose a la línea de los Budhas del pasado, presentes y futuro, para hacer patente el ideal del Bodhisatva; liberar a todos los seres.


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