Consciencia con S
Estamos atrapados en una suerte de conciencia
espacio temporal, en la que se piensa y se vive en términos conceptuales del
tipo, hago luego soy, solo que cuando consiga el objetivo. En esta
conceptualización el valor de la vida se percibe en términos de logro, de
tiempo, de progreso y sacrificio. De esta manera se desecha la parte
fundamental de la vida, que es el presente. En el enfoque de la
conceptualización progresista, el presente se sacrifica en el ideal del futuro
ideado e ideal: la idea es posponer la celebración al futuro objetivado. De
esta forma la consciencia del niño que es una consciencia de unidad enfocada en
el presente y en la celebración constante (consciencia en términos de energía) se
va transformando para convertirse en la conciencia dualista que pospone la
celebración y concibe la vida como un logro que está subordinado a la visón de
progreso marcada por el tiempo (conciencia en términos de idea). Sin esta
progresión en el tiempo no se puede concebir el modelo existencial que nos venden y proyecto de vida actual.
La educación está dominada por este patrón, e inevitablemente este se integra en la consciencia del ser humano desplazando la consciencia de primordial de niño. Esta primera conciencia es una conciencia foránea implantada por una cultura que tiene como objetivo la explotación del ser humano; como mano de obra y/o como producto consumible: El ser humano pierde su valor más básico que es la consciencia con S, ósea la impecabilidad de la presencia del ser.
Así podemos concebir la conciencia sin S y la consciencia con S: La primera como un sucedáneo instrumentalizado para manipular al ser humano y la segunda como la manifestación del ser humano per se (por sí mismo). Esta concepción o desde el pensamiento o desde la energía en la base de establecer la vida en la libertad o en la esclavitud. El hombre libre es el que enfoca su vida en trazar un camino que le permite hacer algo en su beneficio y el de los demás. El esclavo pospone esto en favor de otros olvidándose de sí mismo. Podríamos decir que ambos caminos llevan al mismo lugar pero la diferencia sustancial es que mientras uno lleva a un camino de auto liberación para sí para otros, el otro lo posiciona presa en la inconsciencia y en la rueda del tiempo.
Necesitamos concebir el camino espiritual (Do-Vía) en términos de energía, realizando el cambio en los hábitos que la parasitan. Eliminándolos, la energía que es retenida en estos, se libera y queda disponible para la práctica espiritual. No os imagináis la cantidad de energía que se fuga por las ideas, patrones implantados en la consciencia del ser humano, y hasta qué punto estos son un parasito.
Comentarios